Por: José Fernando Villegas Hortal
Director Ejecutivo CCI Antioquia
Sumario: Colombia tiene la sexta matriz más limpia del planeta, la energía que hoy llega a nuestros hogares, negocios y empresas es producto de: un 67% de generación hidráulica (energía renovable tradicional), un 24.3% de fuentes térmicas (la mayoría a gas), el 6.3% de combustibles líquidos y tan solo un 2.4% de fuentes renovables alternativas.
Está de moda hablar de la transición energética a energías limpias, se habla mucho de energías renovables alternativas, de la energía solar y eólica como la gran panacea; además un grupo de ambientalistas, poco conocedores sobre el mercado energético, se dieron hace algunos años a la tarea de estigmatizar las centrales hidroeléctricas, particularmente aquellas que tienen embalses, pero también las pequeñas centrales hidroeléctricas (PCHs) llegando incluso a no ser tenidas en cuenta por algunos sectores como una opción en la transición, por ser tradicionales y no alternativas.
Es bastante común ver que en materia ambiental y de sostenibilidad, las personas se dejen llevar por los contenidos mediáticos, generalmente bastante ligeros, y que al final terminan construyendo conceptos equivocados, veamos un poco.
Colombia tiene la sexta matriz más limpia del planeta, la energía que hoy llega a nuestros hogares, negocios y empresas es producto de: un 67% de generación hidráulica (energía renovable tradicional), un 24.3% de fuentes térmicas (la mayoría a gas), el 6.3% de combustibles líquidos y tan solo un 2.4% de fuentes renovables alternativas.
Las subastas de energías renovables alternativas adelantadas por el gobierno anterior en los años 2019 y 2021 dejaron más de 2.880 MW adjudicados, pero por diferentes razones, en el año 2021, solo pudieron entrar en operación 8 de los 82 proyectos que deberían haberlo hecho, es decir, solo 130MW de un total de 1.800MW, lo que demuestra lo complejo que es llevar a cabo las metas planteadas.
El mundo se fijó unas metas muy ambiciosas para disminuir las emisiones de gases con efecto invernadero, reducir el 45% para el 2030 y alcanzar el cero neto para el 2050; en el 2021 se emitieron 36.400 toneladas de CO2 en todo el planeta, y Colombia aportó tan solo el 0.9% de las emisiones globales de gases efecto invernadero. Lo anterior sumado a nuestra excelente matriz de generación energética, nos coloca en una posición realmente cómoda que permite tomar decisiones en la dirección correcta, y sin necesidad de poner en riesgo nuestra seguridad e independencia en materia energética. Es de anotar que la reciente invasión de Rusia a Ucrania ya está haciendo que los principales países europeos evalúen sus metas ambientales y algunos están replanteando la necesidad de volver a la generación a partir de plantas térmicas a carbón, e incluso, reactivar la generación a partir de nuevas plantas nucleares, dejando al descubierto la gran fragilidad de los países al depender de recursos provenientes de otros países.
Ahora bien, como vemos, estamos lejos de encontrar la forma de sustituir nuestra generación térmica con energía solar y eólica, primero por un tema de capacidad de las energías alternativas, segundo por un tema de costos, y tercero por un tema de dependencia de terceros (las turbinas y las celdas solares provienen de países diferentes a Colombia); por eso Colombia debe buscar la autosuficiencia en producción de gas y solucionar el problema logístico del transporte para garantizarle confiabilidad a las plantas térmicas.
Colombia es un país extremadamente rico en generación hidráulica, pero como ya lo mencionamos, algunos ambientalistas extremos se han encargado, con teorías importadas, de estigmatizar las centrales hidroeléctricas, incluso, extendiendo sus restricciones a las llamadas PChs, privando al país de usar un regalo de la naturaleza. Actualmente, existen en el país 133 plantas no despachadas centralmente que representan el 6.1% de la capacidad instalada y hay, solo en el departamento de Antioquia, 46 proyectos en estudios y licenciamiento que representan 645 MW adicionales; recordemos que la hidroelectricidad también hace parte de las energías limpias renovables, son de bajo costo de producción y poseen unos factores de planta muy superiores a las plantas no convencionales; sin embargo, algunos funcionarios del gobierno parecen empeñados en bloquear el uso de esa fuente de generación, abundante, económica y una de las pocas que puede almacenar su energía, algo que por ahora no pueden hacer las eólicas y las solares.
Es el momento pues de dar el debate, pero con gran sentido técnico y de conveniencia para el país, sin estigmatizar la generación hidráulica en favor de las energías renovables alternativas, incluso, se debe aprovechar para dar el debate sobre la conveniencia o no de embalsar.
No tiene mucho sentido pasar de generar con los recursos de nuestra tierra de forma segura y económica para depender de tecnologías de terceros a precios más altos, simplemente para entrar en una moda que hoy el mundo se está replanteando.
Recordemos que la matriz de generación de energía en el mundo es fundamentalmente alimentada por fuentes de generación a base de combustibles fósiles (60.1% carbón y gas natural) porque son pocos los países que tienen la fortuna de contar con fuentes hídricas como las que tiene Colombia, no copiemos modelos por copiar, involucremos racionalmente las fuentes renovables no convencionales, porque ellas tienen atributos que enriquecen la confiabilidad del sistema, pero sin estigmatizar las fuentes convencionales.